Del pueblo de Cortelazor sale un sendero, bastante duro para los principiantes, y aviso que hay que ir con calzado adecuado, sino resbala un montón, porque las cuestas son muy inclinadas y llenas de hojas en otoño, y cuando no hay hojas hay gravilla.
Es uno de los que más me ha enamorado, y no solo a mí, es verdad que por las cuestas que tiene a la vuelta hay momentos en los que parece que se te va a salir el corazón por la boca, pero eso no importa por la belleza de lo que te has encontrado al llegar al Charco malo, que es el punto de destino. Es un arrollo que serpentea entre piedras grises llenas de musgo, flanqueado por olmos, alisos y encinas altísimas, y al llegar al final hay una cascada, y los que han subido arriba escalando dicen que hay unas piscinas llenas de agua allí arriba. Es precioso, supongo que se llama charco malo por la dureza del sendero, pero la segunda vez que vas te parece mucho menos duro. Y ya he ido dos veces pero no creo que la de hace dos semanas sea la última. La títule Regreso al Charco malo, je je, la siguiente El chaco malo, el retorno III, o algo así.
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