sábado, 11 de octubre de 2014

El dilema de la contaminación

Me siento un poco mal anímicamente, y es que la vida es dura, y tengo un conflicto de sentimientos y de ideas. Los que me conocéis de hace muchos años sabéis que soy muy reivindicativa, que soy algo ecologista, y una de las cosas con las que siempre he estado erre que erre desde más o menos los 17 o 18 años ha sido la idea de que Huelva es uno de los lugares de España con más índice de mortandad por cáncer y con más número de personas alérgicas debido a sus industrias. Y siempre he querido una Huelva limpia, una Huelva sin contaminación, por nuestra salud.


Yo lo vivo en mis propias carnes, soy alérgica a todo lo que os podáis imaginar, empecé con 4 años, en la UCI del hospital Infanta Elena, y desde entonces, he tenido alergia a montones de cosas alimentarias y ambientales, no puedo comer muchas frutas, frutos secos ni verduras si no están cocinados, soy alérgica al polvo, a la humedad, al pelo de los gatos, a los hongos, a las gramíneas, al polen y a vete a saber que más. Además de que mi salud es un verdadero asco y tengo mil cosas. Y mi razón siempre ha sido lo mismo, los químicos y la contaminación que respiramos y que está en todo.

Pero este año, me siento muy mal, mi vida ha cambiado, y mi pareja trabaja en Ence, la fábrica de celulosas que hay donde vivo. Y durante prácticamente todo este año, he aprendido lo dura que es la vida, porque he observado muchas cosas. Celulosas (como llamamos a la fábrica) va a cerrar, mi pareja tiene un puesto de trabajo por el que tienen que pasar muchos trabajadores para recoger piezas, vayamos donde vayamos nos encontramos a personas que trabajan en la fábrica y todos están abatidos, no importa si estamos en San Juan, en Huelva, en Trigueros, en Moguer, es Isla Cristina, en Ayamonte, no os lo podéis imaginar.

Qué duro es, 1500 personas van a perder su trabajo. Personas que tienen una familia, una hipoteca, unos hijos que mantener, que viven aquí, que este es su sitio y tienen su vida hecha aquí. Y todos hablan con mi pareja de esto, y yo me siento fatal. La madurez duele mucho, porque te das cuenta de que todo ese ímpetu que tienes de adolescente, cuando piensas que todo es fácil, cuando piensas ¡si estas industrias cierran ya no habrá más muertes ni más enfermos en masa!, y no es tan fácil. ¿Qué hacemos con 1500 personas de toda la provincia? ¿Dónde ponemos a trabajar a 1500 personas? Qué difícil es la vida.

Esas personas se tendrán que ir fuera, dejar a sus familias y sus vidas, o cambiar de vida o malvivir. Y que duro es. No es tan fácil arreglar los problemas de la contaminación, sé que muchos que sois más ecologistas que yo diréis que es un sacrificio que tiene que hacerse por el planeta, o por nuestra salud, pero no es tan fácil. Y menos cuando esas mismas industrias las montarán en países pobres y todo el ciclo empezará de nuevo allí.


Supongo que he aprendido una importante lección. Ahora vamos a estar más sanos, pero a costa del sufrimiento de 1500 personas, y eso es muy duro.

1 comentario:

Unknown dijo...

No te pegues tan duro Isa, no puedes hacer nada. Es así, así de dura es la vida. Yo también soy muy ecologista, pero entiendo perfectamente a los trabajadores, al fin y al cabo nuestro instinto natural es comer y vivir, y mantener a los nuestros. Y lo que dices es lo mejor del asunto, se las llevan de España para ponerlas en un sitio donde puedan explotar legalmente a la gente. El problema no es la crisis, el problema viene del materialismo, la avaricia y el egoísmo que sufre la sociedad. Para que unos puedan estar en una casa de playa con yate otros tienen que vivir en una chabola, es así, las cosas no aparecen de la nada. La gente habla como si nadie tuviera la culpa de la crisis, parece que la mayoría no ven que todo es obra de la especulación y la avaricia. Y mientras tanto cargándonos el planeta, arrasándolo. ¡Que grande es el ser humano! (ironia).

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