Volver a la naturaleza


En este apartado quería hablaros sobre “la necesidad de volver a la naturaleza”. Qué en mi opinión, reside en cada ser humano.

Cómo personas civilizadas, vivimos en ciudades y pueblos, construidos con ladrillos y hormigón, llenos de limpieza, olores químicos, ruidos atronadores, gases por todas partes… y en resumen, vivimos en un entorno desnaturalizado. Llevamos un ritmo de vida rápido, frenético, necesitamos trabajar constantemente para poder mantener la vida en estos cubos de hormigón apilados unos sobre otros, sintiéndonos a menudo llenos de estrés y ansiedad, por no poder vivir como querríamos, o por no poder estar tranquilos en ningún momento.

Y nos olvidamos, en fin, de que somos animales, somos tanto animales, y somos tanto criaturas de la naturaleza, como ese gorrión que pasa volando cerca de ti, o como esa mosca que se cuela en el coche y te molesta, o como esa nutria que nada juguetona por un río, o como esa ballena que surca los profundos mares. Pero hay una gran diferencia, porque nosotros, nos hemos salido de nuestro entorno, hemos creado una vida cada día más compleja, que en ocasiones ni nuestro propio organismo puede soportar.

Y aquí llegamos al punto en el que nuestro propio instinto habla, se queja, y te pide y ansía, volver a la naturaleza. Ese fin de semana que pasas en un sitio donde hay campo, donde hay sierra, donde hay playa, y ufff, se te quita todo, se te quitan los dolores, los ahogos, las preocupaciones, la ansiedad, te sientes tranquilo y te olvidas de todo.

Cada vez observo más un fenómeno tan extraño, en el que los fines de semana, cientos de personas se echan a la carretera y hacen muchísimos kilómetros para ir a pasar un día o dos en medio del campo, o en entornos rurales. Gastan toda esa cantidad de tiempo, dinero y gasolina, porque su cuerpo lo necesita, porque su instinto se lo pide.

No puedes comparar el estar entre cuatro paredes, en un lugar lleno de chismes, con gente chillando, con obligaciones y tareas pesadas; a estar en medio de un bosque paseando, sintiendo solo la brisa entre los árboles, el canto de los pájaros, las hojas crujiendo bajo tus pies, el aroma de la tierra mojada, los animales rondando a tu alrededor, el agua corriendo cerca de ti…. En realidad ese es nuestro lugar, pero los seres humanos siempre queremos más. Yo quiero estar escribiendo en este blog, y para ello hacen falta muchas cosas que implican una vida más compleja que la vida en un bosque.


Pero pienso, que ese instinto que tenemos, ese instinto de volver a la naturaleza, ese instinto de protegerla, es lo único que nos puede salvar, salvar de las enfermedades, de los cánceres, salvar de la contaminación, del estrés y la ansiedad, salvar de la tristeza de nuestro corazón y salvar de nuestra propia extinción. Y pienso, que algún día el ser humano, volverá la mirada a la naturaleza y la respetará mucho más, educará a sus hijos en el respeto y el cuidado de esta, se preocupará más por las energías renovables, por la alimentación ecológica, y por muchas cosas en ese sentido que hoy ni nuestras propias mentes pueden imaginar. Pero para llegar a ese día, tendremos que concienciarnos primero de lo que estamos haciendo mal.








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